Historia (I)

Sergio López comparte un poco de historia sobre asuntos vinculados a la literatura infantil y juvenil en Uruguay.

Programa «Un niño, un libro»
Fue un ambicioso programa financiado por el BID, concebido y ejecutado en 1992 por el Centro de Innovación y Desarrollo, supervi­sado por la Administración Nacional de Educación Pública (codicen), el Consejo de Educación Primaria, y la oficina de Planeamiento y Presupuesto -Programa de Inversión Social.

Para concretar este programa fueron contratados más de setenta profesiona­les, maestros, profesores, etc., entre los que se encontraban también los siguientes ilustradores uruguayos: Ana Barrios, Domingo Ferreira, Verónica Leite, Sergio López, Fidel Sclavo y Daniel Soulier. La supervisión gráfica fue realizada por Hermenegildo Sábat. (Los libros fueron editados en 1993)


Colección «Leer para disfrutar y pensar»
Se trató de una excelente colec­ción de libros para niños dirigida por Ana Maña Bavosi y editada entre los años 1990-1992 por Mosca Hnos.

En 1992, en el marco de la 5a Feria del Autor Nacional, la Cámara Uruguaya del Libro otorgó a la colección «Leer para disfrutar y pensar» el Premio al dise­ño gráfico.

Los 14 títulos que integraron la colección fueron los siguientes: Adivina qué es, escrito e ilustrado por Susana Bava; El misterio de la caja habladora y Pateando Lunas, de Roy Berocay (el primer título ilustrado por Eduardo Mayans y el segundo por Rosina Revello); Fiesta de disfraces,* escrito e ilustrado por Horacio Cassinelli; Derechos de la naturaleza; Haciendo Monadas; En el barrio* y ¿Cómo nacen los libros?, escritos e ilustrados por Sergio López; Mi ciudad, escrito e ilustrado por Eduardo Mayans; Retratos,* de Julián Murguía ilustrado con fotografías de la familia del autor; La tía Merelde,* Te lo dije Nino y Olegario, escritos e ilustrados por Susana Olaondo; y José Juntacosas, escrito e ilustrado por Rosina Revello. (Los derechos de autor de los títulos marcados con (*) fueron adquiridos en Estados Unidos, por la empresa Simón & Schuster editores.)

Exceptuando la novela Pateando lunas que fue impresa a una tinta, los 13 títulos restantes se editaron a cuatro tintas, pues en ellos se le concedió a la ilustración un protagonismo fundamental para completar el sentido del cuento.

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